miércoles, 1 de mayo de 2013

Verdad amarga




Por Luis Pérez Casanova
luis04@gmail.com
Muchos abriles han transcurrido desde la intervención norteamericana  de 1965. A 48 años de la ocupación, que se cumplieron ayer, ¿cuál es la nota más característica de ese acontecimiento? No resulta tan difícil de precisar, pues es obvio que a medida que ha pasado el tiempo el fervor patriótico se ha ido diluyendo, como la “piel de zapa”, hasta borrarse de la memoria colectiva. Peor todavía es que si por cualquier razón a Estados Unidos se le ocurriera volver a utilizar las armas no encontraría resistencia, sino un recibimiento de bienvenida de un pueblo defraudado, al que su bienestar material le importa más que conceptos como Constitución y soberanía. Y, sin que nadie se llame a engaño, no son dos ni tres los compatriotas que desearían que este país se convirtiera en una colonia yanqui. Verdad amarga para una nación citada como ejemplo de patriotismo.
Pero no sólo de Estados Unidos. La desilusión y la crisis de expectativas son tan arraigadas que el dominicano desearía volver a ser hasta una colonia de España, a pesar de la crisis económica y los múltiples problemas que afectan a la madre patria. De hecho, se conocen estudios que dan cuenta sobre el deseo de emigrar de muchas personas siempre que se les presente la oportunidad, bajo el pretexto de que aquí no se progresa por las buenas. Esa frustración, si se le puede llamar así, hace que el dominicano mire para todas partes.
En el caso de Estados Unidos el “sueño americano” es un arma más poderosa que sus tropas y cañones para imponerse hoy en una nación que ha tenido que ocupar en dos ocasiones. La primera para cobrar sus empréstitos, amenazados con las montoneras y la permanente inestabilidad política; y la segunda, la de abril de 1965, para evitar que el “comunismo” se instalara en el país. Es cierto que eran los tiempos de la guerra fría, pero, de todas formas, el argumento hoy no deja de causar risa. Y conste que todavía hay algunos capítulos no dilucidados, entre los que figuran la proliferación de héroes y combatientes que han pasado  facturas por sus servicios a la patria.
A pesar del abuso y las humillaciones que han representado las intervenciones militares, resulta, cual ironía del destino, que República Dominicana es uno de los países más sumisos al Tío Sam. Estar bien con Washington es la máxima aspiración de la clase política. Cualquier político del patio daría lo que no tiene por saludar o hacerse una fotografía con Barack Obama. El cambio de mentalidad en el dominicano y el nuevo concepto que se tiene frente a Estados Unidos hacen que una epopeya como la intervención de abril de 1965 transcurra sin pena ni gloria. Como si no hubiera ocurrido.

viernes, 22 de marzo de 2013

Abogado del diablo

Es una verdad de Perogrullo que, por infame, el contrato con la Barrick Gold, tiene que revisarse. Pero la verdad es que el consorcio canadiense no tiene la culpa de que el Gobierno dominicano accediera a firmar un convenio tan monstruoso para los intereses nacionales. De lo que sí podría culpársele, pero había que investigarlo, es de si incurrió en soborno o alguna otra práctica delictiva para la firma de un convenio ominoso, que llora ante la presencia de Dios. Los negociadores dominicanos que se prestaron  al atentado contra el patrimonio público, al avalar la  modificación del pacto con la firma Placer Dome,  han debido dar la cara frente al escarnio. Siempre que no se quieran obviar responsabilidades en aras de un patriotismo que, de tanto énfasis, resulta hasta suspicaz. El economista Eduardo García Michel destacó en un artículo publicado en Diario Libre que “los términos de referencia y el contrato con Placer Dome fueron elaborados con la asistencia de expertos internacionales muy calificados y muy respetados”. Establecía beneficios para el Estado de un 25% en las utilidades netas y el 3.2% como regalía por retorno de función, aparte del 25% de impuesto sobre la renta. También contemplaba que la firma se haría cargo de una parte del costo de recuperación ambiental. Ese fue el pacto que, al comprarlo en 2009, Barrick Gold consiguió que se modificara. Pero no ha sido hasta ahora que algunos sectores se han dado cuenta de los efectos de la operación, satanizando a la firma canadiense, cuyo delito ha sido negociar en función de sus intereses económicos, pero exonerando de responsabilidad a quienes se prestaron, por las razones que fueren, a la estocada contra la dignidad nacional. El contrato es un oprobio, pero a la firma canadiense no se le puede estigmatizar por negociar en función de sus apetencias. Con excepción del célebre negocio capaperro, ninguna compañía lo hace para perder.

domingo, 17 de marzo de 2013

Hábil inculto

Por Luis Pérez Casanova
(l.casanova@elnacional.com.do)


 Carlos Slim es, según la revista Forbes, el hombre más rico del mundo. Además de accionista de dos de los periódicos más influyentes, como The New York Times y El País, en México su compañía América Móvil controla el 70% de las líneas de telefonía fija (Telmex) y el 75% de los móviles (Telcel). Para siquiera rozar su imperio económico y mediático hay que pensarlo muchas veces. Sin embargo, para el presidente de la nación azteca, Enrique Peña Nieto, “En México no hay intereses intocables”. Y lo  ha evidenciado con la reforma constitucional para liberalizar el mercado de las telecomunicaciones. La gran paradoja es que de no ser por el respaldo de Slim y de otras cadenas que serían afectadas por la reforma, como Televisa y TV Azteca, Peña Nieto probablemente no habría ganado las elecciones. Antes que amplificar las deficiencias culturales de que hizo gala, los emporios las minimizaron.

Con las medidas que ha adoptado desde que asumió el poder, Peña Nieto ha demostrado que tenía claro lo que quería y que los lapsus en que incurrió, si es que se puede llamar así a no recordar el título de un libro, son irrelevantes. Lo primero que hizo fue convocar a todas las fuerzas políticas para consensuar un pacto nacional, que, además de una reforma constitucional, incluye enfrentar la corrupción, la violencia y la impunidad. La primera acción, como prueba de que el acuerdo era en serio, fue la detención por corrupción y extorsión de la poderosa dirigente magisterial Elba Esther Gordillo, hasta el momento una figura intocable en la política mexicana. Antes de cumplir sus primeros 100 días, ya Peña Nieto había logrado cambiar la percepción  y logrado afianzarse en el poder.

  El pacto político con la oposición, la detención de la dirigente magisterial (una versión de los empresarios del transporte en este país) y la reorientación del discurso sobre la violencia y la inseguridad han borrado esa imagen de inculto e ignorante que Peña Nieto había dibujado durante el proceso. A costa, incluso,  de los intereses de su propio partido, que gobernó de forma muy diferente, Peña Nieto se ha declarado decidido, y los signos son evidentes, de transformar un Estado que algún momento fue dado como fallido. El envite a las tres grandes cadenas de telecomunicaciones no ha sido como parte una jugada o una campaña de relaciones públicas, sino porque la falta de competencia en el sector cuesta a la economía mexicana el 1.8% del PIB (Producto Bruto Interno), se traduce en precios más elevados y en un servicio deficiente. Por lo visto, Peña Nieto, a quien se negó, por su escasa formación intelectual la autoría del libro “México, la gran esperanza: Un estado eficaz para una democracia de resultados”, ha devenido un hábil inculto.

lunes, 4 de marzo de 2013

Ecos de Watergate


Por Luis Pérez Casanova
(l.casanova@elnacional.com.do)
Watergate fue el célebre escándalo de espionaje en la sede del Partido Demócrata para las elecciones de 1972 en Estados Unidos, que resultó de una investigación periodística  que determinó la renuncia del presidente Richard Nixon.
Los ecos de un episodio histórico, que inmortalizó a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, han vuelto a reverberar con el caso Bárcenas, en España, y las cuestionadas operaciones por las que se indaga al senador Robert Meléndez. Ambos hechos, si bien distan mucho de la repercusión de Watergate, han tenido la virtud de colocar en primer plano el papel de la prensa en una de las etapas más desafiantes para los medios de comunicación. Una etapa en que la rutina, los intereses particulares y la crisis económica conspiran tanto contra la industria como contra el buen periodismo.
El País, de España, descubrió que el extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, había manejado una contabilidad secreta, en la que aparecía el nombre del actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, entre los beneficiados con sobresueldos. Aparte de unos 22 millones de euros que se le descubrieron en una cuenta secreta en Suiza, que transparentó, sin justificar su procedencia, a través de una ley de amnistía.
Aunque en República Dominicana el escándalo no sea ni siquiera noticia, en España, jalonada por una profunda crisis económica, la publicación ha causado tanta indignación que ha generado un amplio movimiento que reclama la renuncia del presidente Rajoy.
No va a llegar tan lejos, pero  El País   ha reivindicado el honor de los medios al cumplir con su misión informativa.
 Similar rol ha desempeñado en la actualidad la prensa estadounidense sobre la estrecha relación y colaboración del senador por New Jersey con el oftalmólogo  Salomón Melgen.
De un allanamiento al consultorio del médico dominicano por supuestas irregularidades con el Medicare han salido a relucir suspicaces operaciones. Lo más relevante, al menos por ahora, ha sido la influencia que habría ejercido el congresistas para presionar al Gobierno a que conceda un contrato para la instalación de un sistema de rayos X en los puertos a su amigo Melgen.
No se trata, por supuesto, del final de la historia. Por la experiencia del escándalo Watergate puede darse por descontado que la prensa estadounidense no soltará el caso hasta desenredar por completo la madeja.
El caso Bárcenas no tendrá mayores efectos que el de exponer la corrupción y la doble moral de la clase política. Pero el resultado de la investigación sobre la relación Menéndez, Melgen y el contrato de rayos X es todavía una incógnita.  Sin embargo, y para bien del periodismo, algunos medios están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias.

Con los maestros


Luis Pérez Casanova 
(luispc04@gmail.com)
La demanda de reajuste salarial de los maestros ha puesto sobre el tapete el que debería ser uno de los temas más sensibles de la nación:  la educación. Todas las lacras que perturban a la población e inciden en la crisis de valores y lastran el desarrollo  son atribuidas a la falta de educación. Incluyendo azotes como la criminalidad, la delincuencia y la corrupción a todos los niveles. Si la educación es tan importante tiene entonces que pensarse en la figura más protagónica de ese sistema, que, aparte de los alumnos, no es otro que el maestro. La coyuntura que se ha creado con la demanda de reajuste salarial de los educadores es propicia para convocar un pacto por la educación.
Por su impacto social ese acuerdo nacional es más importante y urgente que el fiscal y el eléctrico. Pero, en lugar de abrir ese espacio para el diálogo, se ha optado por un pulso en torno al reclamo de unos pesitos que hace la Asociación Dominicana de Profesores (ADP). No debe ser un secreto para nadie que si los profesores son deficientes, las actuales condiciones de trabajo les dificulta más la tarea de enseñar.
Un sueldo base de alrededor de 9,000 pesos mensuales no compensa el esfuerzo ni los gastos para subsistir en que tiene que incurrir un maestro. Si las autoridades estiman que antes que maestros competentes lo fundamental son aulas y planteles, están en un craso error. Hay que repetir hasta la saciedad que la escuela está donde está el maestro.
Y que las aulas y planteles, por más modernos y hasta equipados que estén, no garantizan por sí solos una buena enseñanza. Pero, en este caso, no basta solo con mejorar sustancialmente las condiciones de trabajo de los maestros. Es necesario que las autoridades se aboquen, en coordinación con la sociedad civil, a revisar el sistema educativo a fin de convertirlo en una herramienta al servicio del desarrollo de la nación. Todas las condiciones están dadas para un pacto educativo.

El Papa y el poder


Luis Pérez Casanova 
(luispc04@gmail.com)
Con su alrededor de 500 metros cuadrados el Vaticano es el Estado, en términos territoriales, más pequeño del mundo. Pero con sus más de mil 100 millones de fieles diseminados por los cinco continentes, de unos 6 mil 500  millones de seres, la Iglesia católica es la congregación más numerosa del planeta.  Aún así, para el papa  Benedicto XVI, un hombre de convicciones, el poder no es todo.
Es también el mensaje que envía su renuncia, aún  en el caso de que pudiera sentirse  acorralado para rescatar o apuntalar la imagen del clero, sacudido hoy por los escándalos  del banco del Vaticano y de los abusos sexuales cometidos por obispos y sacerdotes.
Podía esperar en su trono hasta el último suspiro, pero como hombre de fe, cuya creencia y amor por la Iglesia están por encima de sus ambiciones, optó, sin renunciar a sus principios,  por echarse a un lado para dejar en otras manos la tarea que, por lo que fuere, no pudo cumplir.
Comprendió, tras ocho años de un agitado papado, que sus vastos conocimientos, no propiamente teológicos, no bastaban y   que no era la persona indicada para lidiar con los conflictos que brotaban hasta en la misma Italia donde está enclavada el Vaticano.  Ironía o mera coincidencia su decisión pudo ser también un noble ejemplo de sacrificio para una clase política que por sus desbordadas ambiciones de poner ha sumido en una gravísima crisis a la nación europea.
Benedicto XVI, quien en su despedida se proclamó un peregrino en su última etapa, pasará a la historia no por ser el primer Papa que renuncia al trono en casi siete siglos, sino por la connotación del gesto. Aunque por ahora no se tome en cuenta, se especule sobre los escándalos que sacuden a la Iglesia e incluso se conceda más atención a su sucesor.  Para despejar las conjeturas que han rodeado su histórica decisión garantizó que le prometió a su sustituto su respeto y obediencia incondicional. Porque lo suyo es servir a la Iglesia y no el ejercicio o las ambiciones de poder que tantos conflictos y daños han generado en todas partes.
 Benedicto XVI ha sido el primero en reconocer la magnitud de su decisión al señalar que ha dado el paso consciente de la gravedad y de su novedad. “Amar a la Iglesia”, agregó, “significa también tomar decisiones difíciles”. Pero advirtió que un Papa “no está solo en la barca de Pedro y por esto quiero dar las gracias a todos los que me han acompañado”. Se podrá cuestionar y especular hasta más no poder sobre su renuncia, pero habrá que reconocerle valor hasta para entender sus eventuales  limitaciones.
Tras la histórica decisión de Benedicto XVI,  un Papa que prefería  la fuerza de la fe a la lucha de poder, no cabe duda de que el Vaticano está llamado a inaugurar un nuevo período para rescatar y apuntalar la misión del cristianismo.

martes, 18 de diciembre de 2012

Crimen e Impunidad

Por Luis Pérez Casanova ( l.casanova@elnacional.com.do)
Luis Pérez Casanova
Este país, que se había vendido como la octava maravilla del mundo, resulta que arrastra un déficit de 187 mil millones de pesos que carece de responsables. No importa que se haya documentado un expediente sobre las violaciones que condujeron al sobregiro ni que las razones estén más que a la vista. 

Con una reforma tributaria para aumentar las recaudaciones la crisis queda resuelta. Si para los responsables de un déficit no puede haber justicia ¿acaso puede haberla para el responsable de la muerte de un tiro por la espalda de un joven cuando huía después de fracasar en un intento de despojar de una cartera a una cardióloga? Sería como querer hacer justicia en una nación donde se ha impuesto la ley del más fuerte. 

Después que unos especimenes de la fauna congresual alentaron al jefe de la Policía a cazar “delincuentes” como el joven de 22 años de edad abatido en el sector El Milloncito por alguien que le disparó desde una yipeta, lo que me sorprende es que no se haya presentado una resolución para condecorarlo con una placa de reconocimiento por su valiosísimo aporte a la seguridad y la paz. 

Es posible que la demora de la Policía para identificar al victimario, aunque en cuestión de horas sí determinó que la víctima respondía al nombre de Yensi Manuel Reyes Almonte, impidiera que a alguno o a los legisladores que alentaron la cacería se le hubiera ocurrido la idea de la medalla. Los delincuentes, en su mayoría jovencitos de quienes jamás se ofrece mayor información, pero tampoco se investiga,  son los que están en las calles.

 La necesidad tiene cara de hereje. La historia ha demostrado que en un momento un ser humano es capaz de todo cuando se trata de satisfacer una necesidad. Viene a colación el caso de Jean Valjean, aquel campesino de Los Miserables que tuvo que purgar 30 años de prisión por robar un mendrugo de pan para su madre y una hermana hambrientas.