viernes, 22 de marzo de 2013

Abogado del diablo

Es una verdad de Perogrullo que, por infame, el contrato con la Barrick Gold, tiene que revisarse. Pero la verdad es que el consorcio canadiense no tiene la culpa de que el Gobierno dominicano accediera a firmar un convenio tan monstruoso para los intereses nacionales. De lo que sí podría culpársele, pero había que investigarlo, es de si incurrió en soborno o alguna otra práctica delictiva para la firma de un convenio ominoso, que llora ante la presencia de Dios. Los negociadores dominicanos que se prestaron  al atentado contra el patrimonio público, al avalar la  modificación del pacto con la firma Placer Dome,  han debido dar la cara frente al escarnio. Siempre que no se quieran obviar responsabilidades en aras de un patriotismo que, de tanto énfasis, resulta hasta suspicaz. El economista Eduardo García Michel destacó en un artículo publicado en Diario Libre que “los términos de referencia y el contrato con Placer Dome fueron elaborados con la asistencia de expertos internacionales muy calificados y muy respetados”. Establecía beneficios para el Estado de un 25% en las utilidades netas y el 3.2% como regalía por retorno de función, aparte del 25% de impuesto sobre la renta. También contemplaba que la firma se haría cargo de una parte del costo de recuperación ambiental. Ese fue el pacto que, al comprarlo en 2009, Barrick Gold consiguió que se modificara. Pero no ha sido hasta ahora que algunos sectores se han dado cuenta de los efectos de la operación, satanizando a la firma canadiense, cuyo delito ha sido negociar en función de sus intereses económicos, pero exonerando de responsabilidad a quienes se prestaron, por las razones que fueren, a la estocada contra la dignidad nacional. El contrato es un oprobio, pero a la firma canadiense no se le puede estigmatizar por negociar en función de sus apetencias. Con excepción del célebre negocio capaperro, ninguna compañía lo hace para perder.

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